
Cada 25 de mayo, los argentinos conmemoramos un momento histórico fundamental: la Revolución de Mayo de 1810. Ese día, en el Cabildo de Buenos Aires, se destituyó al virrey español Baltasar Hidalgo de Cisneros y se conformó la Primera Junta de Gobierno, integrada por criollos decididos a iniciar un camino hacia la libertad.
Este hecho no significó aún la independencia formal, que llegaría en 1816, pero sí marcó el inicio de un proceso irreversible: el pueblo comenzaba a tomar las riendas de su destino y a reclamar soberanía.
Hoy, más de dos siglos después, recordamos el 25 de Mayo como el nacimiento político de la Argentina, un día de orgullo, memoria y valores patrios. Es un llamado a reflexionar sobre nuestra identidad nacional, nuestra historia y el compromiso con la libertad y la democracia.
Celebrar esta fecha con respeto y conciencia es honrar a quienes lucharon por la patria y renovar el compromiso de construir un país más justo y soberano para todos.